domingo, 1 de febrero de 2015

El VIEJO RANCHO DE CASUNGA

   
            
Por Oscar Carrasquel
            Villa de Cura, estado Aragua

Presiento que no todo se acabó
 del viejo ranchón de CASUNGA,
 Algo queda de aquella casita de techo de zinc,
de madera y barro,
apostada frente a El Paredón.

Tenía atrás en el fondo
Un espejo grande, y otro de tamaño menor,
para que sirvieran de retrovisor,
y no perder de vista al que pretendiera
llamar desde el mostrador.

Tenia las paredes color caliza, 
y a la vista de todo visitante
se asomaba un tabique empapelado,
con recortes de revistas y periódicos 
de hechos históricos
ue en la vida venezolana habían pasado.

Tenía una empalizada de alambre 
por todo su alrededor 
donde se apeñuzcaban las paraulatas
a comer semillitas de cundeamor.

No faltaba la presencia de un perezoso perrito
con cara de gruñón
estirando su frágil cuerpecito
en la pata de un árbol de mamón.

Y la cancha para jugar bolas criollas
bajo la fronda de un centenario samán
desde cuyo ramaje salian las ondas de un
altoparlante musical.

Otra cuestión que causa gran admiración
es la vista desde su corralón,
del abrazo que a lo lejos se dan
los picachos El Vigia y el Platillón.

No es que me cause sollozo la suerte
de la vieja casita de CASUNGA,
porque de verdad es que fue suplantada
por una vivienda mejor.

Una "agua" es lo que va quedando de su viejo rancho,
donde todavía se divisan guindados en un rincón
los premios ganados por este señor
junto a cuadros de santos de su devoción.

Y sus instrumentos de parranda,
los cambures dentro de un cajón,
son sentimientos que emergen de su corazón
para alegría de los niños de la barriada
y de toda la región.

La Villa, 2015 /OeC/

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