(Información condensada del libro “El Padre Jiménez y el Dios de los Pobres” de Antonio Gracia C.P. que nos fuera prestado por el Sr. César Martinez)
(PARTE 1)
El Padre José Manuel Eusebio Jiménez Gómez nació en Barcelona, estado Anzoátegui, el 5 de abril de 1864, siendo el tercero de siete hermanos, dos hembras y cinco varones. Fueron sus padres Leonardo Jiménez Salas y Bárbara Gómez Esasi. Recibe la Primera Comunión a los siete años de edad en la Catedral de Barcelona (Primer templo consagrado de Venezuela), en la misma Catedral recibe la Confirmación por imposición de manos de Mons. Arroyo y Niño.Siendo ya un adolescente, ante su insistente solicitud de querer prepararse para el Sacerdocio, su padre escribe a la Escuela Episcopal de Caracas expresando el deseo de su hijo y obteniendo la aprobación para que el mismo comience sus estudios eclesiásticos allí y establezca su domicilio en dicha Arquidiócesis.
En septiembre de 1879, a la edad de 14 años, ingresa oficialmente a la Escuela Episcopal. Al finalizar el año aprueba los exámenes académicos y teniendo buenas calificaciones también en conducta y disciplina formaliza la solicitud de ingreso al Seminario. Un año después, el 4 de diciembre de 1880 le es conferida la primera tonsura clerical y el hábito talar en la Capilla del Palacio Episcopal.
Es bueno señalar que en todas las calificaciones finales de cada curso sus mejores notas serán obtenidas en conducta y disciplina durante sus seis años de preparación para el Sacerdocio.
En 1881 ingresa en la Universidad Central. Allí comienza sus estudios de Pedagogía, Filosofía, Matemáticas, Castellano, Historia, Ciencias, Inglés y Francés. En 1882, con sólo 18 años, se matricula para cursar el Primer Año de Ciencias Eclesiásticas en las clases de Teología Dogmática e Historia Sagrada. En 1884 vomienza Filosofía Dogmática en la Universidad Central obteniendo mención especial en talento, aplicación, aprovechamiento y conducta. Su asistencia queda marcada en el libro de actas con las palabras “fiel puntualidad”.
En carta fechada 15 de octubre de 1885, siendo clérigo minorista, José Manuel Jiménez escribe al Ilustrísimo y Reverendísimo Sr. Dr. Críspulo Uzcátegui, Arzobispo de Caracas y Venezuela, solicitando recibir la Sagrada Orden del Subdiaconado. El Arzobispo fija la fecha del 24 de noviembre a las 2 p.m. para que el comparezca a presentar el examen sinodal necesario al efecto. José Manuel realiza y aprueba el examen. La Sagrada Orden del Subdiaconado, paso casi definitivo en el camino al presbiterado, le es conferida el 19 de diciembre, con la asistencia de sus padres, hermanos, familiares y amigos.
Ser Sacerdote es una forma radical de seguir y servir a Jesús, José Manuel lo sabe y desea, por ello, decide dar el paso definitivo y en 1886 solicita recibir la orden de Diácono. Se fija el 6 de julio a las 2 p.m. para que comparezca a realizar el examen sinodal que José Manuel aprueba. Su consagración como Diácono del Señor se realiza el 11 de julio de 1886 en la Capilla del Palacio Arzobispal. El diaconado le permite la administración solemne del Bautismo, conservar y distribuir la Eucaristía, bendecir los matrimonios, llevar el viático a los moribundos, leer la Sagrada Escritura a los fieles, administrar los sacramentales, presidir los ritos de funerales y sepelios. Todo está listo para el paso final y definitivo.
El joven diácono solicita al Rector de la Universidad ser examinado en orden a obtener el grado de Doctor en Ciencias Eclesiásticas.
El 29 de julio de 1886 el Sr. Rector constituyó el Tribunal de Doctores con el fin de examinar al Bachiller José Manuel Jimenez en las materias que comprendían el grado de Doctor en Ciencias Eclesiásticas. Se procedió al examen y después de retirado el examinado se votó su aprobación y calificación siendo aprobado por unanimidad y calificado de sobresaliente.
El seminarista José Manuel Jimenez lleva ya cerca de diez años de preparación cuando solicita su admisión al presbiterado en correspondencia dirigida al Sr. Dr. Críspulo Uzcátegui, Arzobispo de Caracas y de Venezuela. El Gobierno Superior Eclesiástico le responde el 6 de septiembre informándole que debe hacer los Ejercicios Espirituales en el Templo de la Divina Pastora bajo la dirección del Pbro. Fray Olegario de Barcelona, Rector de dicha Iglesia.
José Manuel en silencio y soledad, en oración y lectura, bajo la tutela y la palabra del insigne Capuchino Fray Olegario, vive los Ejercicios Espirituales de preparación a su Ordenación Sacerdotal.
El 18 de septiembre de 1886, en la Capilla Arzobispal de Caracas, se realiza la Eucaristía incluida en la cual está el Rito de Ordenación. La ceremonia da inicio con la antífona “ El Espíritu del Señor está sobre mí porque Él me ha ungido. Me ha enviado para dar la buena noticia a los pobres, para anunciar a los cautivos la libertad” (Lc. 4,18) El Rector del Seminario solemnemente pide al Obispo la Ordenación Presbiterial para José Manuel. La Capilla está repleta. En el primer banco, con gozo y nerviosismo, están sentados su madre y sus hermanos.
Parte solemne de la ceremonia es el momento en que José Manuel se postra tendido en el suelo, boca abajo, como símbolo de su muerte al mundo, a sus pompas y vanidades, para levantarse decidido y ser ungido para el ministerio sacerdotal.
La ceremonia llena de fervor, cantos, oraciones, prepara el momento en que tanto el Obispo como los otros presbíteros concelebrantes harán la imposición de manos sobre la cabeza de José Manuel. Después de la oración de consagración, un sacerdote concelebrante coloca la estola al Padre Jimenez según la forma presbiterial y lo reviste con su casulla. El nuevo Sacerdote, de rodillas frente al Obispo, extiende las palmas de las manos y hace oración mientras se las empapa con el Santo Crisma.
Al concluir la ceremonia de Ordenación Sacerdotal, el ahora Padre José Manuel recibe de manos del Obispo las ofrendas del pan y el vino para que las presente en el altar. Hoy, por primera vez, él mismo dará la comunión a su madre y hermanos. Lágrimas de gozo llenan los ojos de sus familiares y una gran emoción plena sus corazones al concluir la ceremonia con la bendición del señor Obispo y el abrazo de parabién.
La Primera Misa celebrada por el Padre Jimenez se realizó en la Capilla de la Divina Pastora. El mismo año de su ordenación es nombrado párroco de Valencia y Capellán del Hospital Civil.
En el año 1890 regresa a Caracas para cumplir las funciones de secretario del Obispo y Vicepresidente de la Congregación de la Propagación de la Fe. Al mismo tiempo será Párroco de Candelaria, Santa Teresa y Cura Interino del Sagrario de la Santa Iglesia Catedral. En 1891 lo nombran Rector del Seminario. A finales de marzo de 1892 recibe la noticia del estado de gravedad de su padre y junto con su hermana mayor, Amalia, quien siempre le acompaña, se pone en camino a Barcelona. Llega a tiempo para encontrar a su padre aún lúcido y con vida. El 16 de abril confiesa, recibe la unción y el santo viático y fallece el 18 de abril. Luego de los novenarios, el P. Jimenez convence a su madre para que le acompañe por sus caminos ministeriales.
Apenas transcurrido un año de su nombramiento como Rector del Seminario le llegan otros dos firmados y sellados el mismo día, el 14 de noviembre de 1892, en uno es nombrado Cura Interino de la Parroquia San Luís de Cura y en el otro Vicario Foráneo de Villa de Cura y Juez Eclesiástico.
Ya en Villa de Cura, pronto su fervor contagia al pueblo de un nuevo ánimo religioso. Un grupo de fieles, estimulados por su celo, se unen para formar la Adoración Perpetua. La ausencia de hombres en el templo resta su tenacidad, por ello los convoca para una experiencia tan significativa como la Adoración Perpetua. Qué gozo para su corazón cuando recibe la notificación oficial de la Erección Canónica de la Cofradía.
Cuenta la tradición que el P.Jimenez todas las mañnas daba una vuelta por el pueblo visitando a los pobres y enfermos, llevándoles una limosna cuidadosamente preparada durante la noche anterior, ya que todas las noches preparaba para el dia siguiente la distribución de todo lo recibido. En el pueblo se crea y difunde el dicho de que el P. Jimenez comparte su pobreza con los pobres.
Según el estilo de la época la Misa diaria se realiza a las 6 a.m. con ayuno rigurosa para quienes deseen comulgar.
La realidad socio-cultural de los pequeños caseríos que circunvalan Villa de Cura es muy deficiente. El P. Jimenez nota con pena que los niños y niñas viven en abandono lamentable sin escuelas, sin maestros, sin catequistas.
En 1893 disfruta la inauguración de una de sus primeras obras: la escuela rural “Sagrado Corazón” en el caserío El Cortijo. Dos maestras catequistas se encargan dela formación de los pequeños. Los niños son pobres, visten mal y comen peor. El P. Jimenez les visita a diario, les da clase. Todo un Doctor en Ciencias Eclesiásticas se sienta en el suelo con ellos, les enseña. En el recreo juega con ellos trompo y paraparas.
El primer estudiante inscrito es el monaguillo José Vicente Espejo Villalobos, hijo de madre viuda y quien en el futuro será sacerdote y realizará su trabajo pastoral en la Diócesis de Calabozo. Durante mucho tiempo será Párroco de Camaguán y será ultimado por las fiebres palúdicas.
El P. Jimenez acepta el cargo de Concejal de la Cámara Edilicia del Municipio Zamora obligado por las circunstancias socio-económicas de Villa de Cura, como una oportunidad razonable para servir al pueblo extremadamente necesitado.
La figura del P. Jimenez cabalgando su alazán Lucero, recorriendo Villa de Cura, yendo al encuentro de las necesidades del pueblo, se hace familiar a la comunidad que encuentra en él alguien realmente preocupado por su bienestar sin interés personal alguno.
La Misa, el despacho y la escuelita no le son suficientes para realizar todo lo que desea hacer para ir al encuentro de las necesidades de la comunidad. Con frecuencia, concluida la Misa y su desayuno con su madre y hermanas que le acompañan, monta su alazán lucero y recorre un dia el valle y otro las serranías visitando caseríos, casitas perdidas entre samanes, caobos, ceibos y mangos. Forma un pequeño grupo de catequistas de campo.
En 1901 deja el cargo de Concejal, el tiempo no le alcanza para su trabajo de párroco y los compromisos edilicios, pero ha dejado huella su paso por la Alcaldía y su sentido de entrega a la comunidad, por lo cual deciden encomendarle la regencia del Hospital Santo Domingo. El Consejo promete asignar al mismo Bs. 140,00 mensuales y el Gobierno de Estado Bs. 100,00. El Padre acepta la administración del Hospital que se encuentra en condiciones pésimas para su funcionamiento y de inmediato se empeña en la restauración del mismo. Habla con la Madre María de San José, fundadora de las Hermanas Agustinas y solicita de ellas una pequeña comunidad que se haga cargo de la marcha del Hospital Santo Domingo. En 1903 las Hermanas Agustinas asumen esta responsabilidad bajo la dirección del Padre. Son cinco hermanas que formarán la primera comunidad de Hermanas Lourdistas según las primeras Actas de la Congregación.
En 1906 la comunidad rescinde el contrato y regresan a su lugar de origen tres de sus miembros permaneciendo en el Hospital sólo las Hermanas Ángel e Isabel quienes ayudadas por un equipo de mujeres y bajo la dirección del P. Jimenez siguen encargadas de la buena marcha del mismo.
Después de mucha lucha logra al fin el P. Jiménez la reestructuración, el financiamiento y el equipo administrativo y asistencial del Hospital.
Llega una nueva ayuda para el P. Jimenez en la persona de la Srta. Regina Rojas quien expresa al sacerdote su deseo de ser catequista y luego de recibir la preparación debida comienza su labor en la parroquia, luego en la “Escuela Sagrado Corazón” y en algunos viajes misioneros del Padre. Con ella se forma un pequeño grupo de catequistas: Petra Espejo (hermana del monaguillo que luego llegara a ser sacerdeote), Concepción Paredes, Juana Paredes...Estudian, oran, ensayan cantos, preparan lecciones, sin más equipaje que una pobre cobija, sus libros de enseñanza, un crucifijo y su palabra reunen a los campesinos, les instruyen en la religión, les enseñan cantos sagrados, les preparan para la confesión y comunión, preparan los matrimonios de los que viven en concubinato y avisan al Padre para que vaya a completar el trabajo con una misión.
Paso a paso este grupo de catequistas y misioneras rurales configura la pequeña agrupación de las “Jardineras de la Virgen”. Organizadas por el Padre Jiménez y animadas por Regina Rojas despliegan su amplia labor por las serranías de Aragua, Guárico y Carabobo. Evangelizan con la Palabra de Dios y enseñan a los campesinos a leer, escribir, oficios del hogar, orientación sanitaria y doctrina de fe. Cuando van por los caminos estrechos y costeros de los montes a lomo de bestia o a pie ligero, quemadas por el sol ardiente o empapadas por la lluvia pertinaz, animan la sierra con sus cantos, su risa o simplemente con su andar minucioso y bien hilvanado.
La configuración definitiva de las Peregrinaciones de la Sierra del Sur a Villa de Cura ha costado varios años de trabajos apostólicos. Por los senderos tortuosos de La Violeta, El Picachito, Manzanillo, Platillón, Virgen Pura hay muchas huellas de Jesús misionero y peregrino, encarnado en estas Jardineras. Las quebradas del Cogoyal, La Guambra, Virgen Pura y las aguas para ese entonces caudalosas del Río Guárico guardan el gozo de refrescar sus pies evangelizadores. La Malpica y El Toro, elCorocito y la Vaquera son caminos y lugares consagrados desde el origen de las Peregrinaciones. La hacienda de “El Banco” de Santa Rosa del Sur, convertida en centro misional, recuerda el despliegue de este grupo de palomas mensajeras de Dios y de la Virgen. Del valle acogedor subían a las cumbres de dos en dos, para luego regresar al centro, compartir, orar y descansar.
El año 1904 señala oficialmente el inicio de las Peregrinaciones de Villa de Cura y su fecha indicada es dos semanas antes de carnaval. Días normalmente cercanos al 11 de febrero, fiesta de Nuestra Señora de Lourdes y tiempo oportuno para vivir concentradamente el cumplimiento Pascual, escuchando la Palabra de Dios, confesando y comulgando.
Tres meses antes de la fecha indicada, las Jardineras Regina, Petra, Concepción y Juana salen del templo parroquial con la bendición del Padre rumbo a la Sierra de Santa Rosa del Sur. Reúnen a la gente en los secaderos de café, predican, dan catecismo, rezan, hacen examen de conciencia a la gente...
NOTA: Para leer la segunda -y última- parte de este artìculo hacer click acá:
http://desdevilladecura.blogspot.com/2014/02/segunda-parte-de-semblanza-del-padre.html
Sitio web de la imagen: http://es.wikipedia.org/wiki/Jos%C3%A9_Manuel_Jim%C3%A9nez_G%C3%B3mez
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