Esta anécdota es un recuerdo ajeno, ya que yo nací fue en 1959, pero mi padre me contó que mi hermana Nina, quien a la sazón tenía 9 años, no había perdido su afición por la chupa, chupo, chupete o chupón:
Pues, resultó que mi hermanita se despertó a media noche buscando su chupón y no lo encontró y comenzó a llorar. Mi hermana era muy consentida por mi papá, por ser la primera niña de la familia, con solo dos varones nacidos antes de ella. De hecho le decían La Niña y aún hoy, a los 70 años, sigue siendo la Niña-
Pues bien, nadie podía dormir en casa por el llanto y los chillidos de mi hermanita buscando su chupón y mi papá decidió ¡En pleno toque de queda! salir a ver si lograba encontrar una farmacia de turno para comprarle el chupón.
Logicamente se encontró a los pocos minutos de salir de casa con un vehículo policial que patrullaba la zona. Le dieron la voz de ALTO y le inquirieron qué hacía en la calle a esas horas sabiendo que había toque de queda. Mi papá les explicó la circunstancia que lo había llevad a ese lugar y a esas horas. De inmediato los policías le hicieron abordar el vehículo oficial... y comenzaron a dar vueltas por Caracas hasta que consiguieron la deseada farmacia de turno, mi papá compró el chupón y los policías le llevaron hasta la puerta de la casa. La Niña se quedó dormida placidamente con su chupón entre los labios y la familia recuperó la paz.
No quiero especular cómo habría sido el final de la historia si hubiera pasado lo mismo en estos momentos con el toque de queda que representa la cuarentena por el Covid19, dejo esa historia propuesta en nuestra época y su final abierto para vuestras conjeturas.
¡Cómo hemos cambiado los seres humanos con el correr del tiempo! ¡Ojalá demos un viraje lo suficientemente marcado como para que los cambios sean para bien!
María Teresa Fuenmayor, Villa de Cura, estado Aragua, Venezuela,
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