Por: Ingrid Chicote
A Hector A. López López
Leyendo al poeta Gustavo Pereira encontré la siguiente frase "Las únicas palabras que valen por hechos son las de la infamia y las de la poesía". Fue así como la infamia cobró cuerpo y vino la reflexión entre gritos y golpes que van y vienen por la historia de los pueblos construyendo un espacio como un lugar común en nuestros corazones: Ella, la infamia, va tejiendo fuera de nosotros una coraza y nos va endureciendo y esa dureza a veces, llega a alcanzarnos con sus hechos y con sus trampas. También es cierto que “toda cárcel tiene una ventana” y ella no puede alcanzar con suficiencia la poética que ella no es capaz de escribir a causa de su propia ceguera.
También dice Pereira que "Tal vez toda escritura, aún la más tendenciosa y amarga, no sea en el fondo sino una declaración de amor hacia alguien".... Y es entonces cuando escucho frases oscuras que pueden concertarse en un filo de navaja que pretende llenar de odio tanto amor que anda por allí recorriendo las calles y avenidas. De alguna manera estamos escribiendo siempre para alguien. Alguien que esta fuera de nuestro alcance o que está cerca de nuestro alcance como quien mira el horizonte esperando que lleguen mejores noticias para la tarde que se aleja. Y entonces vienen los epistolarios de odio y de amores que se hunden en cajas que aún están por abrirse o por cerrarse o que aún no se escriben por falta de efectos secundarios en corazones que salen por la ventana de los autobuses.
Es entonces cuando la poesía se presenta con toda su ingravidez ocupando el centro para emerger de ella con todos los sonidos que jamás nacen de la voz que se oculta en la cotidianidad, sino en aquella diafanidad que sólo el silencio talla y refiere a mejores mundos donde la infamia se calla por sí misma al ver tanta belleza.
La poesía incita a las manos a volcarse una a una hacia los mares de caricias que se encuentran en la hoja en blanco, hacia lo que queda de alma, en corazón y espíritu, de la humanidad, remedio con alas de seda que se hace a cualquier hora para tomar con un café oscuro que asciende hacia donde hallamos calles verdes donde habitan los sueños están perdidos y encontrados.
El conocimiento, la epistemologia apasiona porque nos impide sentir cada vez menos, mientras más le pone racionalidad a la vida: lenguaje de las dificultades para que cada vez menos entiendan los significados y significantes y toda suerte de palabras con sentidos y contrasentidos, formando un nuevo Olimpo lleno de dioses nuevos y quizás de dioses transitorios. Excluyendo, por supuesto a Eros, pero incluyendo a Thanatos dentro de él. El conocimiento a veces no libera y se convierte en una suerte de atajo para estar en el mero centro del egoísmo. Del individualismo. De un foco único e inaccesible donde dejamos de sentir la esencia de vida fluyendo por nuestras venas.
Dice Pereira "Persiste en los seres humanos fuerzas interiores adormecidas, tapiadas por la ferocidad de la injusticia o el guante invisible de la soledad, o por la alienación del orden social, que el arte y la literatura pueden ayudar a despertar y a revelar. Esta sigue pareciéndome una misión no excluyente ni única, pero necesaria, de todo arte y toda literatura de nuestro tiempo"
Y es que la esperanza de los poetas es poder despertar el adormecimiento a que nos somete la alienación y el discurso perverso con sus grados de ignominia y de inhumano celaje que forzosamente nos pueden llevar tomados de la mano por la infamia, mientras que el instinto por ese estadio superior nos lleva a la búsqueda de una verdad que, al ir surgiendo por un lado, van en la negación de otras verdades que se daban por sentadas y así vamos hacia el cambio de época que nos convoca el rehacer diario de la propia dinámica social.
También expresa Pereira en su libro "La poesía no es, como algunos afirman, palabra. La poesía es voz. Del poeta queda no su palabra, que es gregaria, indeterminable, sino su voz, personal y única. Esta puede ser la diferencia entre un poeta común (que se expresa y privilegia en palabras) y un gran poeta (del que sobrevive, no su palabra, sino su voz)"
Poesía también es el arte del silencio y del sentido de los sentidos en el silencio. Más allá del silencio puede prevalecer la fuerza de lo cotidiano o de la indiferencia, pero jamás apostará a las rendiciones o a las traiciones o a la infamia.
A veces la virtud que tiene de esconderse tras la noche.
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