El 25 de diciembre de cada año se ha escogido para rememorar y celebrar el nacimiento de nuestro señor Jesucristo. No sabemos la fecha exacta en que nació...no tenemos fotos suyas... pero estos son detalles insignificantes. Lo que nos importa es que Él vino al mundo y se hizo humano, que eligió para nacer el seno de una familia humilde, de escasos recursos económicos. Que escogió a un artesano como padre adoptivo y que su vida transcurrió contra corriente del entorno social y religioso en el que le tocó vivir. Prefirió la compañía de trabajadores, de pobres, no tuvo a menos hablar con mujeres de pueblos que por tradición eran enemigos del suyo, de sentarse a comer junto a prostitutas y publicanos. Dijo "Los sanos no necesitan médico sino los enfermos" Por eso se acercó a los pecadores, a los rechazados, llevando a todos sin discriminación alguna su mensaje de amor, paz, solidaridad y fe. Hoy que su mensaje lo hemos cambiado, maquillado, desvirtuado, comercializado y acomodado a nuestra conveniencia, a pesar de todo, sigue brillando con la luz sempiterna de lo auténtico.
Muchos han dejado de creer o no creen por el mal comportamiento de quienes decimos creer en El. Otros han entendido que seguirle a Él no tiene nada qué ver con el fijarse en quienes afirman seguirle pero que usan su imagen o sus palabras para beneficio propio.
Que esta Navidad, recuerdo de Su natividad, entre el jolgorio, la hallacas, los juguetes, los regalos, el pan de jamòn, el ponche crema, los estrenos, el pintar la casa, el poner el arbolito, el adornar el pesebre, el corri-corri...tomemos no uno sino varios momentos para agredecer, reflexionar, para preparar una cunita en nuestros corazones apta para recibir un nuevo nacimiento simbólico del Mesías.
Nuestros deseos son que en cada uno de nuestros corazones aniden la fe, la paz, la armonía, el perdón y la reconciliación. Que en cada hogar resplandezcan la unión, la alegria y la armonía. Que en cada comunidad la fé sea punto de encuentro recordando que "Emmanuel" significa "Dios con nosotros" y que aquel a quien recordaremos como niño siendo adulto nos enseñó a rezar no con un "Dios mío" sino con un "Padre nuestro", porque la fe si no llega a Dios "a Quien no vemos" pasando por el hermano "A quien vemos" no es fé.
Y porque al decir "Padre nuestro" tenemos que saber que esto implica que todos somos hermanos y Él aún está esperando que nos comportemos como tales.
Que la Navidad nos traiga amor, paz y unión y que esto trascienda por encima de nuestras diferencias políticas, religiosas, étnicas. lingüísticas, culturales. ideológicas...las que sean.
Desde Villa de Cura, para todos y todas....
FELIZ NAVIDAD
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