Por Oscar Carrasquel
Villa de Cura, estado Aragua
Todos los santos días de mañanita por la avenida
lo podemos divisar,
camino a donde sus servicios deba prestar.
En La Villa ninguno sabe su nombre bautismal.
Su trabajo es podar árboles y su tronco rolear,
pero que el árbol haya concluido su ciclo vital.
o que constituya obstáculo dentro de un espacio a fabricar
-Siempre que cuente con la autorización legal -.
El hombre desde muy joven comenzó esta labor a realizar.
Sobre el tronco de un árbol le tocó aprender a gatear y después a caminar.
Pero no cabe duda que hoy está sintiendo el acoso que los años vienen a dar.
De repente lo ve usted, igual que un hombre-mono, encaramado en los copos de un samán, como si a las nubes quisiera alcanzar.
O despacito caminando sobre un robusto ramaje rebosado de blancos-morados claveles,
lejana su mirada esperando el vuelo de las aves, para contarle la historia de cada arbusto que al suelo ve caer.
En toda La Villa no hay otro ser que desempeñe un oficio similar.
No es casual que en un abrir y cerrar de ojos, un árbol de gran tamaño "FANÁTICO" deba podar.
No hay límites en su heroica labor, en su diaria lucha por el existir.
Este viajero es de poco hablar, prefiere la intimidad del silencio o la mueca de una sonrisa sin par.
OeC enero 2015
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