El día que le declaró su amor y ella le dijo que si todos los pájaros del mundo comenzaron a cantar a la vez y la algarabía fue tal que aún se recuerda esa fecha como “El Día de los Trinos” y aparece en el libro de Records Guinness.
Y el día que su familia aceptó su compromiso y fijaron fecha para la boda todas las mariposas del mundo salieron a realizar piruetas aéreas y hubo tal alboroto y choques en el aire que después de media hora aun yacían rendidas en el piso convirtiendo el suelo en una gran alfombra que ni José ni Elsa pisaban porque caminaban felices sobre las nubes.
Pero…pero… (Siempre hay un pero) a pesar de que la casa de los padres de Elsa era inmensa y la casa de los padres de José era grandísima les dijeron “El casado casa quiere” y les anunciaron como un ultimatum que él debía tener lista una casa para ella en tres meses, de lo contrario…no habría boda.
Allí se acabaron los trinos, los vuelos de mariposas y las nubes vaporosas y los días eran para José mezclar de cemento, pegar de bloques y martillar de tablas mientras los de Elsa eran coser cortinas, escoger cerámicas y seleccionar ollas.
El día de la boda la casa estaba lista, pintada toda de verde manzana, con ventanas, puertas y rejas blancas y tejas rojas, muy rojas, tan rojas que parecían un sembradío de tomates en tiempo de cosecha.
Y pasaron los novios en cortejo frente a la casa en su ida hacia la iglesia y después de la boda volvieron a pasar de regreso hacia el club donde festejarían el matrimonio antes de emprender el viaje de Luna de Miel.
Y pasando el auto justo frente a la casa, repentinamente, de no se sabe donde apareció otro auto, sin control, a toda velocidad, conducido por un sujeto en estado de ebriedad. En apenas fracciones de segundos embistió el vehículo donde iban los novios, lo aplastó prácticamente y hasta allí llegaron sus sueños.
Esa noche, con un extraño ruido de cimientos crujientes la casa toda de verde manzana, con ventanas, puertas y rejas blancas y tejas rojas, muy rojas, tan rojas que parecían un sembradío de tomates en tiempo de cosecha giró sobre sí misma y quedó de espaldas a la trágica calle.
Allí está todavía, sin nadie que la habite. Y, de vez en cuando, cuando llega un viajero o un turista perdido que pasa por el pequeño pueblito porque se equivocó de dirección pregunta:
- ¿Dónde está la puerta de esa casa? Se ve…como de espaldas.
Entonces la gente mira en otra dirección con lágrimas en los ojos pero siempre hay alguien que se atreve a decir lo que los forasteros nunca creen:
- Está del otro lado…nadie la usa…desde que la casa le dio la espalda a la calle.
SITIO WEB DE LA IMAGEN http://www.nupciasmagazine.com/4574-5-basicos-para-vestir-en-tu-boda.html
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