Poemas de Virgilio León.
Maracay, estado Aragua
La camioneta de nosotros, una pickup Ford azul marino de aquellas que traían el parabrisas dividido en dos con interruptor por separado para echar a andar los cepillos, siempre estuve pendiente de hacerlos funcionar cuando llovía, nuestra camioneta era del mismo color a la Chevrolet del vecino, un Italiano dedicado a la construcción, donde en su casa ostentaba una placa donde se leía: Emilo Boggio, constructor.
Por las tardes íbamos en la pickup al cuartel cercano a casa con espacios muy grandes a ordeñar las vacas a las sombras de un inmenso Vijao, circundado por un comedero de cemento, donde comían y a la vez se iban ordeñando. Echábamos la leche en las cantaras amarradas en el cajón de la camioneta. Macao, Grano de Oro era el nombre de dos de ellas, las otras las conocía por el nombre la Yersi, la Holstein y la Pardo Suiza, en sí, era un rebaño pequeño. El toro padrote, un inmenso pardo suizo, siempre nos molestaba tratando de embestirnos, papá con mucha astucia se lo llevaba mostrándole un perol con melaza, hasta encerrarlo en una corraleja, nunca pude acordarme el nombre de ese toro.
Los vástagos de cambur y topocho bien picados era la ración para apacentar el rebaño, la melaza se la regábamos de a poquito, papá siempre decía que era muy cara.
Los vecinos de Calicanto por las tardes llegaban al ordeño con su recipiente para comprarnos la leche, 0,50 costaba el litro de leche. Luego del ordeño, todas las vacas quedaban haciéndole compañía al toro en la corraleja, mientras los becerros quedan apartados en un corral techado llamado el chiquero.-
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