Por: Nina Fuenmayor de Marín
Caracas, Venezuela
9 de abril de 1980
Era una niña bastante precoz, sus conocimientos y actitudes la hacían diferir de las otras niñas de su edad.
Transitaba felizmente por una callejuela algo solitaria en compañía de su perrito Coco. Este se le adelantó y quiso cruzar solo al otro lado de la calle. Intempestivamente alguien desembocó en la esquina por el lado opuesto y por poco atropella a Coco. Ella pensó:
¿Cómo se le ocurre llegar así a la esquina? ¿Y si hubiese sido yo en lugar de Coco?
El joven que andaba tan apresurado de momento no pudo articular palabra, era necesario continuar tan alocada carrera si quería llegar a tiempo donde papá esperaba. De no hacerlo, el castigo era seguro. Papá era así: amoroso, cumplido, p ero muy rudo en sus castigos.
Quedaron frente a frente, sólo se miraban. Él pensó:
Esta niña tiene algo, refleja algo en su rostro que atrae. No sé qué pueda ser.
Ella lo examinaba de hito en hito y decía para sus adentros:
En realidad me he quedado corta, no sé qué decirle. De él emana algo como sabiduría, conocimiento…No sé, no sé, pero nunca me había sucedido algo así.
Al fin él rompió el silencio con una interrogante:
- ¿Cuántos años tienes?
- Doce ¿Y tú?
- Dieciséis ¿Qué estudias?
- Sexto grado ¿Y tú?
- Cuarto año
Nuevamente se observaban uno al otro. Ella quiso continuar hacia su destino pero sentía a la vez como si algo no la dejara. Igual sucedía con él.
De nuevo fue roto el silencio cuando él preguntó:
- ¿Volveremos a vernos?
- Sí.
- ¿Me recordarás?
- Sí, eternamente.
- Adiós
- Adiós
El continuó su andar aunque más moderadamente. Al volver el rostro ella aún le observaba, hasta que al fin inquirió:
- ¿Cómo te llamas?
No contestó. Pensaba en su padre, si quizá él llegaría a tiempo. Sin embargo, no sabiendo por qué, dijo a la niña:
- Mi padre me espera y si no llego a tiempo me van a castigar.
- Ella quedó pensativa por un momento. Al fin dijo:
- Voy a orar porque no lo hagan
- Gracias.
Y el joven continuó su andar.
II
- ¿Dónde estará ella ahora? Han pasado ocho largos años y todo aparece tan fresco en mi memoria, como si hubiese acontecido hoy mismo. No puedo olvidar ese algo que vi en su rostro, tan distinto al de todas. Era un rostro de ángel.
Todo en él había sido diferente desde su encuentro. Se había convertido en un modelo de hijo y hermano, no hubo más qué decir de su comportamiento que no fuera para halagar su conducta.
Luisa, su hermana, al saberlo, le había dicho algo que para él resultó una palabra de mucha ayuda:
- Sólo un grupo de personas en especial usan la palabra orar, los cristianos evangélicos.
De allí que el ángel de su encuentro tenía algo qué ver con esa gente. Sí, quizás por medio de ellos lograra saber dónde se encontraba ella ahora…
Sus pensamientos fueron interrumpidos bruscamente cuando Luisa entró a su habitación sin previo aviso y respirando alegría sincera por todos sus poros dijo:
- Me siento muy feliz porque a Dorcas al fin se le ha concedido lo que más anhelaba.
- Hey ¿De qué hablas?
- ¿No lo recuerdas? Te hablé hace días de ello, pero como siempre estás en la luna soñando con tu ángel.
- Luisa, no seas cruel. Perdona que no te presté atención, pero, dime ¿Quién es Dorcas?
- Es mi mejor amiga, hemos estudiado todos los años juntas y compartido nuestros ideales. En lo único que no coincidimos es en lo referente a la religión
- ¿Por qué? – Quiso saber -.
- Pues porque ella es cristiana evangélica y eso sí es verdad que es una lata. A los veinte años una debe pensar en otras cosas. Fíjate que no hace caso de nadie, parece que tuviese un amor eterno como el tuyo.
- Vaya, al fin dijiste algo que quita un poco mi depresión, lo de la religión de tu amiga. Quizá ella me pueda dar un dato que me ayude a encontrar a la muchacha angelical de la que te hablé ¿Cómo haré para entrevistarme con ella?
- No se, pues está arreglando lo del viaje al exterior ya que la beca que logró es para estudiar en Francia. Pero si tú quieres donde la puedes ver seguro es en la iglesia donde ella va.
III
Se situó a cierta distancia y esperó hasta que hubo entrado un buen grupo de personas al lugar, luego entró y se sentó desde donde podía divisar la puerta. Pero todo fue inútil, el lugar estaba demasiado lleno y no vio a conocido alguno entre los que entraban al lugar.
Optó por permanecer en su asiento, más por vergüenza de que toda esa gente le viera salir que por el interés de escuchar lo que iban a decir.
Sin embargo, pasado un buen rato pensó para sus adentros:
- Para no aburrirme trataré de captar algo de habla el hombre que está al frente.
El hombre en ese momento decía:
- Leamos primera de Juan: En esto consiste el amor, no en que nosotros le amamos sino en que Él nos amó primero. Esa ha sido la más grande bondad de Dios: a Él plugole amarnos y luego enviar a su Hijo Jesús, tan amado, para morir en la cruz en nuestro lugar.
Amado amigo, medita muy bien lo que has oído. Acepta el perdón gratuito que Dios te ofrece.
Estaba completamente anonadado. No se le había ocurrido pensar anteriormente con respecto al amor y la bondad de Dios, pero allí estaba ese buen hombre para traer ese mensaje a su vida vacía.
Cabizbajo, sin atreverse siquiera a levantar un poco el rostro saboreaba una a una cada palabra oída. Todo era muy distinto a como le había sido enseñado desde su niñez. Una voz lo incentivaba a pasar al altar pero no se atrevía, hasta que oyó una dulce melodía que lo hizo reaccionar de su breve letargo:
Ven a los pies de Jesús
Ven no desprecies su cruz
Ven por la senda de luz
Que es tan sólo Jesús
Sin pensarlo más, como impulsado por un resorte se puso de pie y fue hasta el frente, al lugar desde donde hacían la invitación. Casi no se daba cuenta de nada, era algo que lo hacía sentir maravillado. Le fue entregado un folleto y junto con este una invitación para volver.
Al salir casi no se detuvo, era algo avanzada la hora y además pensaba en lo que dirían en casa cuando supieran con respecto a ese cambio que estaba experimentando en su vida.
Aún resonaba en su interior la dulce melodía que había penetrado hasta lo mas profundo de su ser y le había desnudado interiormente por completo hasta hacerle reconocer lo ruin y perverso que era su corazón.
Llegado a su hogar, siendo que todos al parecer dormían por el silencio reinante, optó por ir a su habitación y hacer lo mismo.
Se metió al lecho y de nuevo todo lo acontecido fue desfilando por su mente como si fuera una película con alegre y sagrado colorido hasta detenerse en la dulce melodía. Luego de meditar en el canto inspirador dejó vagar su memoria un momento hasta detenerse en la voz que interpretaba la melodía y luego escrutó mentalmente el rostro de la joven que cantaba. De pronto saltó del lecho con el rostro demudado por completo:
- ¿Cómo no me di cuenta antes? Aunque un poco cambiada, pero…estoy seguro que era ella, mi “rostro de ángel”. Era tan sublime lo que sentía en ese momento tan decisivo para mí que no pude darme cuenta hasta ahora. Esto me hace comprender el por qué algo especial se reflejaba en su rostro la primera vez que la vi, algo que la hacía ver angelical, era el reflejo de Cristo, ese Cristo que ahora está en mí también. Luisa no me lo va a creer cuando le cuente…
Y así, con Cristo y la joven en el pensamiento durmió el sueño más tranquilo de su existencia, sueño de cristiano.
Muy de mañana, silbando alegremente, se dirigía hacia la puerta de calle para ir a su trabajo, pero su intención fue interrumpida por Luisa, la cual le dijo en tono algo desdeñoso y burlón:
- ¡Vaya, soñador eterno, parece que al fin te decidiste a olvidar a tu ángel!
Luego, cambiando abruptamente la expresión y el tono preguntó:
-¿Dónde fuiste anoche que llegaste tan tarde?
A lo que él respondió:
- No te rías de lo que a continuación te diré. Luisa, he encontrado la paz de mi alma y también el ángel de mis sueños. Estaba allí donde tú me enviaste.
Luego narró los hechos en todos sus pormenores. Luisa al oírlo quedó pensativa, meditabunda, hasta que al fin le preguntó:
- ¿Dices que la joven que cantó era ella?
- Sí – respondió -.
- ¿Y que el hombre que estaba al frente dijo algo con respecto a su despedida por viaje de estudios?
- Sí, algo así más o menos
- Entonces no me cabe la menor duda, tu ángel es mi amiga Dorcas, y si no nos apuramos para ir a su casa en este momento, tendrás qué esperar hasta que regrese de Francia para poder hablar con ella.
Inmediatamente subieron al Renault del papá salvando velozmente la distancia que los separaba de la casa de Dorcas. Llegaron justo en el preciso momento cuando esta, en unión de los suyos, introducía las maletas en un vehículo. Cuando ya se disponía a abordarlo alzó la vista y lo que vio la hizo quedar como petrificada. Velozmente su pensamiento viajó al pasado, ocho años atrás, cuando un mozalbete en veloz carrera por poco arremete contra su perrito Coco.
Sí, era él. Aunque mas adusto, pero con el mismo semblante y la misma mirada. Le quedaba solamente hora y media para llegar al aeropuerto y abordar el avión. Solamente se miraron y ya no se dijeron adiós como anteriormente, no, ahora fue distinto, ahora fue un hasta luego, te escribiré. Yo también.
Dorcas, una ancianita dulce y bonachona sonríe con su nietecita en los brazos al recordar tan dulce episodio de su juventud, el que precedió al de su matrimonio con aquel joven junto al cual aun comparte la bendición de servir ambos como ministros del Dios altísimo a quien han dedicado todos sus conocimientos académicos enseñando en una institución teológica donde muchos jóvenes se han preparado para servir al Dios del amor.
Sitio web de la imagen:http://imagenesdecorazones.co/corazon-azul-en-las-nubes.html
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