EL PANADERO

Por: Virgilio León

Maracay, estado Aragua

      El autobús rodaba, el sol comenzaba a dejar ver más clara la angosta Carretera Panamericana, Maracay quedó atrás, en instantes estaríamos pasando por Turmero. Aprisionadas entre las piernas llevaba mis pertenencias en una bolsa de papel donde hacíamos el mercado los domingos, pronto cumpliría los quince años, me estrenaba viajando solo, a mi lado el hombre del diente de oro mascaba chimó, de rato a rato sacaba la cabeza por la ventana para escupir. Con el rin...rin del timbre iban bajándose los pasajeros, entre ellos el hombre del chimó. 

     Ya con todo el asiento para mí, instalé con comodidad la película a la cámara, en una de las curvas apareció la laguna de Taiguaguai y ¡click! disparé mi primera foto, maté la fiebre, ya quedaban treinta y cinco fotografías para cubrir mis vacaciones durante todo el mes de agosto. Atrás quedó Villa de Cura, y Malpica El Toro, el sol en lo alto. Llevaba cinco horas de caminar sierra arriba, atravesaba la sierra sur de Villa de Cura, pronto llegaría a los linderos de la hacienda, me faltaba superar la larga y afanosa cuesta de La Felipera, donde días atrás había volcado y muerto el panadero, nunca lo conocí, lo que si reconocí fue el Land Rover entre sus retorcidos hierros, desde arriba a la orilla del barranco tomé la fotografía de lo que quedó del jeep del encargado de Virgen Pura.

    Para llegar a la casa de la hacienda, pasas siete veces la quebrada de Virgen Pura, el último paso lo hice entrando la noche, gracias al arrebiate de la cola del caballo de Lombano cuando nos topamos en el paso de los aguacates. Fueron aquellas vacaciones muy emocionantes, la mayor parte del día iba a caballo por la sierra tomando las fotos que más me gustaban, era tanta mi afición por la fotografía que mandé a comprar un rollo al pueblo en la primera oportunidad. 

     Pasaron los días, se fue el mes de agosto. Regresé a Maracay, y con la prisa de querer volver a ver dónde había pasado mis vacaciones me dediqué a revelar y copiar mis setenta y dos fotografías. A los pocos días llegó a la casa el encargado de Virgen Pura, quien hacia unas diligencias por Maracay, aproveché la oportunidad de mostrarle mis gráficas en blanco y negro, viéndolas con calma se detuvo en una, donde el panadero parecía levantarse entre los escombros del Jeep.


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