Por: Juan Francisco Lara Fernandez
Cagua, estado Aragua, Venezuela
A Hector Mendez.
A la abuela Flora, de tanto pilar maiz, se le agrietaron las manos desde joven. Aun así era mucho mas fuerte que los tres pilones hechos con troncos de samán que gastó en sus noventa años y de criar diecisiete hijos cuarenta y seis nietos y unos cuatro recogidos hijos de quien sabe.
Ya cuando se le fueron las fuerzas el último pilón roto fue arrojado como los otros dos al sitio de la leña. Corrió con mejor suerte este y rodó colina abajo hasta la quebrada seca.
Contra todo lo posible, el viejo pilón logró retoñar un agosto de lluvias y vientos.Las tímidas raíces lo aferraron al suelo pedregoso. De su cadáver de árbol crecieron ramas alegres hacia el cielo .
En el nuevo tronco de aquel milagro verde y fresco se podían ver dibujadas por la naturaleza - idénticas, hermosas, fuertes- las manos de la abuela Flora, agrietadas y secas de tanto pilar maiz.
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