jueves, 3 de septiembre de 2015

COTORRA, EL ÚLTIMO CARRETERO




 
                                                     POR: GILBERTO PARRA ZAPATA
                                                               gilparra60@hotmail.com


Me resultaba muy curioso, a mis 11 años, ver una figura que posiblemente sólo existía en las películas, una carreta  arrastrada por una bestia de tiro,   pero así era en efecto, y además, el dueño de sea   mula,  y de esa carreta,  un personaje que sin duda  tendría que despertar la imaginación de cualquier niño. Un personaje  de quien nunca supe su nombre, sino su apodo, Cotorra, y  la expresión medio burlona, medio sarcástica  ¡Cotorra y su burra!, que le gritaban los transeúntes,  cuando con cierto aire misterioso recorría las calles del barrio Sarría de Caracas, y sectores aledaños, Maripérez, Tiro Al Blanco, Guaicaipuro, Santa Rosa, donde a menudo realizaba su labor de acarrear mudanzas y todo tipo de trabajos similares que le encargaban los vecinos.
Estamos hablando de principios de los años 50, cuando Caracas aún no terminaba de perfilar su tránsito de pueblo grande a ciudad,  donde la  gran mayoría de las calles de los barrios   eran polvorientas veredas en verano  e inmensos lodazales en invierno.  Es decir, un entorno donde  no podía ser más útil ese tipo de transporte y por ende, la razón principal para que a Cotorra nunca le faltara trabajo.

Se trata  de un personaje solitario, de mediana edad, unos 50-55 años, calculados en razón de  su arrugada piel morena calcinada por el sol, su cabellera entrecana y su incipiente barba blanca. Siempre  vestido con una especie de liquelique beige, color que disimulaba el polvo adherido  en su ropa, pero así mismo,  el  copioso sudor acumulado de muchas jornadas,  deducible por la emanación del   aroma amoniacal que se sentía a varios metros de distancia. Dónde vivía o pernoctaba,  nunca lo supe, aunque sí vi muchas veces a  su mula,   de pelaje grisáceo,  pastando en un agreste terreno enmontado,  cerca de  la manguera de Maripérez, a orillas de  la bucólica quebrada,  donde  posteriormente se construiría  el Parque Arístides Rojas. 
   
Pocos años después,  nadie  sabría el paradero de Cotorra, simplemente se lo tragaría  el progreso. 




Sitio web de la imagen: http://www.taringa.net/posts/apuntes-y-monografias/2796382/Cuanto-mas-vacia-la-carreta-mas-ruido-hace.html






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