jueves, 20 de septiembre de 2012

MARIPOSAS DE MIL COLORES


Por: Luna Francés
Villa de Cura, estado Aragua, Venezuela

                            Voy a intentar describir lo que en un instante he sentido, después de días, meses y un año de tu ausencia.
No sé si es producto de la imaginación o es solo ficción.
Hoy  has vuelto a estar frente a mí, pude percibir a través de un ligero beso en la mejilla la frialdad de tu piel cual glaciar, tus ojos color almendra estaban inexpresivos trayendo a mi memoria aquellos momentos vividos y compartidos que hasta hoy extrañaba
Era un frenesí,  todo era una hermosa y dulce locura.
Tu alma y la mía irradiaban aquella luz esplendorosa que hasta  todos llegaba
. Tus bellos ojos eran dos grandes luceros, tu piel un candil, fuego todo eras.
En ese breve instante extrañé cómo nos amábamos.
Extrañé tus juegos en la cocina cuando juntos preparábamos nuestros alimentos, rodábamos por el piso como dos chiquillos traviesos riendo por las cosquillas infringidas.
Una lágrima asomó sin querer y tu impavidez me dejó perpleja  y   fue entonces cuando recordé aquel abrazo tierno que me dabas y con tu pañuelo  enjugabas mis lágrimas cuando triste me encontraba.
Te invité, un café respondiste -"Tarde es" y volví a recordar, aquel café compartido en las mañanas de frio invierno.
Tus besos en la alborada que sin palabras me hacían sentir cuánto me amabas.
Extrañé entonces tus llegadas imprevistas en la madrugada trayendo contigo aquella rosa roja que tanto me gustaba.
Extrañé nuestro inicio cuando en el estómago revoloteaban mariposas de mil colores y las manos me sudaban.
Extrañé los sueños, los proyectos quedados en el olvido.
Recordé la lluvia de helados, el chocolate y los caramelos.
Extrañé el galopar de tu corazón, cual caballo brioso y desbocado cuando en tu pecho me acurrucaba para dormir.
Extrañé tus brazos rodeando mi  cintura.
Extrañé tus palabras de amor eterno.
Extrañé el pastelillo que guardabas en tu bolsillo y que recibía con ansias a tu llegada.
En sí, todo extrañé.
Nada volvió a ser igual desde aquel infortunado día en que partiste dejando un inmenso y desolado vacio.
Aunque la tormenta ya ha pasado, y  la serenidad en mi vida se ha instalado, aún espero volver a ver el  sol brillar en este tu hogar.


 Luna Francés.


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