Por culpa de “Arroz con dulce”

Poemas de Virgilio León.

Noviembre 23 del 2.016.-

En la quesera de Los Arrendajos, la renca Justina González tenia un criado malamañoso en eso de descubrir y comerse cuanto dulce existiera en esa fundación. El Don en sus habituales regalos, esta vez le había traído catalinas a la renca de Maracay. La renca, desconfiada de todos, escondió las catalinas o cucas en la parte alta de la cocina, las metió dentro de un caldero guindando de un alambre ¿Quien podría pensar en ese fabuloso escondite? ¡Nadie! 
“Arroz con dulce”, quien era uno mas de la familia, se la pasaba caminando por corredores, galpones y el patio de la casa, y como todo caballo consentido, siempre fue muy aficionado al dulce, porque la renca lo acostumbrò así desde chiquito. En las mañanas, un trocito de panela era para “Arroz con dulce”, igual cada vez que colaban.

Esa tarde, atraído por el aroma del café, el ruano ponche crema se vino en un solo trote desde el morichal, pasó fugaz por el medio del caney donde esperábamos el café, como Pedro por su casa, y ahí estaba de primerito, asomándose por las ventanas de la cocina, esperando por su exquisito caramelo: un trozo de panela. 

El fue el único que vio cuando la renca escondió las catalinas montándose en la silleta, arriba donde estaba el caldero.

El caballo esperó, ya no había nadie por ahí, nosotros estábamos en el corral apartando los becerros para el ordeño de mañana, la renca había cogido camino rumbo al morichal a echarse un baño. 

La cocina sola. “Arroz con dulce” entrò, con el hocico hizo bambolear el caldero hasta que las cucas cayeron, no dejó ninguna, solo el envoltorio.

El caballo, campante, se fue donde estábamos, la corraleja. 

Cuando regresò la renca a la cocina, notò que algo raro había sucedido, miró el papel en el suelo y revisó el caldero. Ya no estaba su regalo de Maracay. Enfurecida, agarrò el mandador y se llegó al corral donde estaba “Pelo de mono” bregando con los becerros - así llamaban al criado- y zúas, zúas, le atinò dos vergajazos por las costillas, diciéndole:

-¡Eso es por comerte lo que no es tuyo!

“Arroz con dulce” al oír como sonaba el mandador en el aire, en un carrerón se fue al morichal a reunirse con la yeguas.-


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