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miércoles, 15 de julio de 2015

CONOCIENDO LA FAMOSA "CASA DE LOS CARVALLO" DE VILLA DE CURA




Por Oscar Carrasquel
Villa de Cura, estado Aragua


     En lo que en  otra ciudad de Venezuela se puede considerar el casco colonial, por medio del cual respira la trascendencia histórica de los pueblos, exactamente en la céntrica calle Miranda, convergiendo con la calle Doctor Rangel, a escasos  cien metros de la plaza Miranda en Villa de Cura, se ubica la famosa CASA DE LOS CARVALLO; a donde actualmente tienen su sede dos instituciones culturales emblemáticas de la ciudad, la Biblioteca Pública "Ezequiel Zamora", un sitio de encuentro académico-cultural, creada en 1975, y aloja también el genuino  Museo de Tradición de la Ciudad con el nombre de " Inocencio Utrera", fundado el 09 de abril de 1976.

     Bautizada simbólicamente por los habitantes como LA CASA DE LOS CARVALLO. Se le otorga esta distinción porque fue el señor Stefan Carvallo, cabeza de una familia muy prominente en Villa de Cura, su penúltimo dueño, y quien antes de negociarla la ocupó como asiento familiar durante más de cuatro décadas; como amante de la elegancia la entregó totalmente refaccionada, pintura, techos, pisos y paredes, sin sufrir modificación alguna en su estructura, manteniendo íntegramente su diseño colonial. Nunca ha permanecido sola, casi siempre fue habitada por núcleo de familia. Se le conoció varios inquilinos.  En tiempos lejanos estuvo utilizada como base de una institución educativa, de las oficinas del INOS y del Club Social de Villa de Cura. Durante su permanencia Los Carvallo le hicieron importantes reparaciones y mejoras a la casa.

     En primer lugar tenemos que decir que esta casa es una de las pocas sobrevivientes del portento histórico en el casco central de Villa de Cura; no ha cambiado, conserva todas sus líneas arquitectónicas y de construcción originales que datan de comienzos del siglo XX. Esta edificación encierra más de cien años de historia, de vida, y de imborrables recuerdos.

     Como es sabido, acá en el centro de la urbe ninguna de las casonas de aspecto colonial se salvó de la llamada “piqueta de la modernidad”. No hay un ejemplo más elocuente que la casa de Boves o Casa del Santo Sepulcro que fue amputada hace varios años;  y  la famosa casa de don Pancho Paradisi, su techo de cornisa y sus gruesos portones de madera fueron derribados para ser lo que son en esta era, paredes pulidas como valiosos marfiles para sede de un Banco y un mini Centro Comercial; y la casa de don Candelario Matos, la casa del Marqués Montenegro, la casa de Los Palumbo, la Casa de los Cuadros, la casa de Los Roldan, la casa de don Dionisio Infante, la casa de las Lilas, la casa de don Rafael Castillo, la casa de Los Matute, y tantas más de igual valía histórica.

     El frente de la mayoría de estos caserones en tiempos actuales se encuentra mutilado y acondicionado para comercios chinos, loncherías, ventas de lotería, y mercaderías diversas.

     A mucha gente y en especial al visitante, le cuesta trabajo creer el abandono y la indiferencia que se aprecia en una ciudad con historias a montón como es Villa de Cura. No había quien hiciera el mínimo esfuerzo por conservar y menos para recuperar estos legados de la historiografía urbana de la ciudad.

     Tanto la parte externa como el interior y el perfil de LA CASA DE LOS CARVALLO son majestuosos, en el patio central pareciera que hubiera un pesebre permanente. Si se observa de frente en una vieja fotografía da la impresión  que estuviera pintada al óleo sobre un gran lienzo.

     La casa tiene su entrada principal hacia la calle Miranda, con aleros sobresalientes en lo alto de su techumbre. Más allá del zaguán el primer patio  con cuatro corredores, con arcos y columnas por donde pasan una suma de años; con gruesos muros de mampostería. Los pisos revestidos de arcilla cocida de las Tejerías villacuranas. Desde cualquier ángulo del ancho cielo puede mirarse su lindo tejado de tejas de color rojas. 

     Al centro destaca un jardín con rosas y pequeños arbolitos de tallo largo y una fuente color blanco de arte contemporáneo. Y ventanales en la parte central para combatir los calores veraniegos. Al fondo tiene un segundo patio con portón y salida por la calle Doctor Rangel. Los cuartos quedan al frente del primer patio, con portones de entradas individual y grandes ventanas de “poyos”,  y barrotes de hierro alargados que hacen ángulo con las calles Miranda y Doctor Rangel. Las paredes las adorna una galería de figuras artesanales y religiosas, retratos de personajes históricos como el fundador de la ciudad de la Villa de San Luis de Cura, Don Juan de Bolívar y Martínez de Villegas, abuelo por la vía paterna del Libertador; documentos, diplomas y cuadros de diversos autores. Aloja un piano como digna reliquia de la antigüedad de la famosa marca “Excelsior”. ¡Cuántas  veces acariciado magistralmente por manos de ensoñación! 

     De sus impecables techos de madera, en todos sus ambientes, cuelgan hermosísimas lámparas de unas cuantas luces al estilo colonial.  

     ¿Quién sabe cuántas voces tristes y desafinadas desfilarían por estos ventanales, en una serenata de noche clara iluminada por la luna villacurana?

     ¿Y cuantas zapatillas resbalarían en sus salones siguiendo la música de las ondas de un vals venezolano o de uno clásico Vienés?

     La casa, un solo macizo de casa, la terminó de edificar un artesano virtuoso del pasado siglo, hacia  1905, durante el gobierno del General Cipriano Castro Ruiz, a su vez jefe de la Revolución Restauradora. Luego vendría la larga historia del general Juan Vicente Gómez, y sucesivos gobiernos.

     El  inmueble lo adquiere el señor Stefhan Carvallo con los protocolos de rigor, de los sucesores de doña Amalia Rodríguez de Rangel, quien la hereda de su padre don Emiliano Rodríguez, prospero hacendado y ganadero, natural de San Juan de los Morros, de padres trujillanos. Le corrió fama de hombre acaudalado en todos los estados Guárico, Aragua  y Apure y como apostador de gruesas sumas de pesos en riñas de gallos y jugador impenitente. De él se decía en la época  “Que sabía hasta donde podía llegar en el juego”. Con muchos años de residencia junto con su familia en Villa de Cura.

    En fecha 28 de noviembre de 2007, el inmueble pasa a ser propiedad del Ayuntamiento del Municipio Zamora, a fines de que cumpliera una función cultural para disfrute de los villacuranos -atendiendo a varias iniciativas- sin embargo se oyó decir que la última palabra para aprobar su compra surge del Alcalde de ese momento señor Stefano Mangioni.

     El concepto de utilización para la cultura se ha mantenido gracias a la lucha tenaz que como una soldadesca sostiene una especie de sociedad de amigos, mujeres y hombres, amantes de estas dos instituciones que hacen vida dentro de sus instalaciones. Porque no hace mucho tiempo ocurrió algo insólito y  poco amigable. Según se pudo leer en un comunicado de  2015, la Cámara Municipal villacurana tuvo intención de adosar algunas de sus dependencias administrativas dentro de los espacios de este centro de difusión de ARTE Y EXPOSICION DE ANTIGUEDADES. Al parecer no prosperó  dicho propósito y  hubo sensación de alivio, por los momentos. Por la presión desplegada por toda esta gente que se pasa enhebrando conversa, saciando sus conocimientos en libros y escribiendo poesía, entre sus paredes.

      La batalla la piensa seguir la misma gente, ésta vez para evitar que continúe la desidia y deterioro progresivo que actualmente presenta la edificación,  por los rigores del tiempo, de una parte; pero fundamentalmente por falta de mantenimiento, lo cual puede corroborarse en el estado de sus paredes interiores y su fachada, que de repente dan la sensación de un descascarado paisaje.

     Son muchos más los encantos indescriptibles que encierra esta casona, propia de las ciudades venezolanas más antiguas. En fin, no existe un rinconcito de sus espacios que no posea su atractivo antiguo.

     Ahora le toca a toda la colectividad villacurana, porque existen suficientes razones para incitar a sus habitantes a pedir su  conservación y a vigilar su destino cultural, que no pierda su natural esencia y visitarla como si fueran a desayunar o almorzar en ella todos los días. Que no falle ni desmaye, ésta ni las posteriores generaciones.

Villa de Cura, mayo 2015.






































Fuentes: Archivo del señor Stefan Carvallo; testimonio  del señor Félix Hernández Castillo, y el reportaje gráfico de la poeta y profesora María Teresa Fuenmayor. Mi gratitud a todos ellos.

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